afú

y poco a poco la daga va atravesando el corazón,
lento para hacer más daño,
y aunque duele a cada milímetro que avanza,
me quedan fuerzas para darme cuenta de lo que estoy perdiendo,
cada suspiro que doy me lo recuerda,
ya que cuesta una eternidad poder sentirlo.
Y cuando ya me estoy acostumbrando al dolor,
entonces la daga se retuerce para
recordarme que sigue ahí clavada,
haciendo que aguantar sea una tortura,
hasta que llegue el día,
en el que la daga consiga su objetivo,
arrancar ese trozo de corazón,
dejando otra herida.......
que no sé si querré dejar cicatrizar.


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