veneno

y nada más despertar,
miré por la ventana
y no había sentido día más frío,
pero todo ese frío lo necesitaba,
los sueños de aquella noche
consiguieron que aquel amanecer,
por muy oscuro que fuera,
me pareciera bonito.
y sin conseguir despertar,
salí a la calle,
y no había sentido día con más viento,
pero ese viento no iba a desdibujar mi sonrisa,
creada por ilusiones, una infusión caliente y ganas de seguir,
y de repente apareció el mundo, entre empujones
y no me quedó otra que agachar la cabeza y aguantar
porque no tengo otro mundo para vivir,
por mucho que ese mundo no haga más que lanzar
flechas cargadas de veneno.

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